Chucherías

                                                       



Para los amantes del buen perfume, a los que nos gusta deslumbrar el olfato de quien tenemos al lado, los que no salimos a la calle sin la magia que deja la esencia en la piel….vale la pena leer estos renglones. Hay novedades…
Los diseñadores Dolce y Gabbana acaban de lanzar al mercado una nueva línea de perfumes llamada Fragante Anthology, inspirada en las cartas del Tarot de Marsella. La línea está compuesta por cinco fragancias: L’Imperatrice 3, La Lune 18, L’Amoureaux 6, Le Bateleur 1 y La Roue de la Fortune 10. Las dos primeras fueron pensadas para la mujer; las segundas, para el hombre; la tercera fue creada para ambos. Las esencias que se combinan en estas nuevas presentaciones son jazmín, kiwi, cedro, cuerto y abedu, además de los otros componentes exóticos que se negaron a revelar.
Ma. Del Pilar


No me arrepiento de nada, de Gioconda Belli
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
de las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina—
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha, plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
Ma. Carolina Leer más...