domingo, 3 de octubre de 2010

Histerias menstruales: ¿mito o realidad?


María Albertina
Aparece sigiloso, gradual. Es como si el humor del día fuera cambiando del gris claro al negro profundo, pasando por todos los tonos sin excepción, hasta desembocar en el azul. Sí, en azul lágrima.
Ese día, el desayuno suele ser funesto, un enojo contra el colchón que pide un cambio haciéndome doler la cintura.
La media mañana me encuentra pensando que la culpa es mía que vaya a saber porqué me bajé de la cama con el pie izquierdo.
El almuerzo es una molestia que me obliga a oír la conversación de mis compañeros de trabajo, donde siempre ronda la misma queja que –hoy- no tengo ganas de aguantar.
La tarde en la facu, eterna.
Hasta que por fin, la cena se vuelve reveladora. Es el momento del día en que prendo la tele y trato de saber qué carajo pasó en el mundo mientras yo seguía como si nada. Y entonces, cuando no puedo evitar el moqueo y la lagrimita frente a la noticia del bombero que rescató el gato de la vecina, es que lo sé. Mi mal humor del día no fue más que el síntoma de la menstruación que llegará mañana. Y entonces, por fin, me tranquilizo.


María Carolina
El cansancio pudo con mi cuerpo y mi mente. Dormí dos días seguidos: me levanté en el último minuto, tomé el colectivo, fui a trabajar, volví y dormí. Si: probé apenas un bocado y me entregué a los brazos de Morfeo. Hasta que el cuerpo dijo ¡basta! y no necesité más estar tirada en una cama.
Además, mi cabeza parecía a punto de explotar. Ni el mejor analgésico podía acabar con él. Desde los pelos hasta los pies, mi cuerpo era la mismísima expresión de una mujer que había acarreado bolsas durante 8 horas.
Para variar, anoche llamó mamá. Con un candidato nuevo para mí y su fascinación por transformar mi apostalado a la soltería en un número par. La conversación duró alrededor de 5 minutos: fue todo lo que mi irritable carácter pudo soportar.
Por suerte hoy todo pasó. Mi pesadilla premenstrual ha terminado.


María del Pilar
Ya le dije cientos de veces a Huerto que cuando yo comience con las manías de señora grande, esas que provoca la menopausia, gestione mi internación en un geriátrico de la zona. Que tenga todos los lujos, claro…total mi ex marido seguirá costeando los gastos, hasta los de mi propio funeral.
La verdad, no quiero llegar a esa etapa, siento que voy a marchitar como una flor. Pero realmente hay días, 3 al mes más precisamente, en los que ni siquiera se aguantan mi yo y súper yo. En esos momentos elevo plegarias reclamando por ser mujer, pidiendo la extirpación de los ovarios activos, y repitiendo groserías todo el tiempo. Me malhumoro. Lloro y río con 2 minutos de diferencia. No quiero ver a nadie. Y, lo reconozco, invento anotojos cual embarazada, que autoconcedo con rapidez.
Se que son los últimos años de padecimiento. Que estoy entre Señora de las Cuatro Décadas y De vez en Mes….y eso también me angustia. Será mi eterna negación a creer que el tiempo pasa, y no sólo para mis vecinas excedidas de peso y arrugadas. También para mí, aunque constantemente trate de vivir en los 30.
Además, está Huerto comenzando con sus nuevas sensaciones, sus histerias de adolescente, su malestar con el cuerpo y la misma tortura que su madre, cuando llegan aquellos días malditos.
Por eso recomiendo a todos los conocidos que, en casa de mujeres, siempre es mejor preguntar los estados de ánimos, antes de ateverse a tocar la puerta.


María Guadalupe
Para mí son zonceras. Excusas. El camino corto para justificar lo injustificable. Porque digámoslo con todas las letras: somos histéricas. Obvio que lo digo bajito para que no escuche mi maridito. Pero es así. Más claro que el agua. Yo no les creo a las que responsabilizan a “la visita” de estar hiper-sensibles y vulnerables. Qué divinas: te mandan al diablo por cualquier tontería y después se disculpan porque las toallitas femeninas las irritan.
Así que no cerremos el ojal con tanta facilidad. Porque esto no es consecuencia de menstruar. El botón del asunto es tener un genio de miércoles. Hay que hacerse cargo de lo que uno es: en “esos días” y en los otros. Yo cuando me enojo, me enojo con ganas. Si lloro es porque estoy triste. Y le grito al que me saca. Siempre siempre, se los porqué. Me hará falta terapia, pero he aprendido a sincerarme conmigo mismo. A hacerme cargo de mis locuras sin repartir culpas a la condición femenina.


María Julia
No se si científicamente se puede hablar de síndrome premenstrual, supongo que si y que por eso tantas publicidades sacan provecho de esto. Lo que si puedo afirmar es que cuando llegan esos días mi humor cambia, a veces para bien a veces para mal.
Suelo buscar mimos en cualquier deslucido que se me cruza; en esos días no hay gusto que valga, no importa si es bajito o alto, si es rubio o morocho, si es tonto o inteligente; lo único que importa son esas palabras lindas que salen de su boca, aunque en el fondo muchas veces no tienen coherencia.
Eso si cuando el síndrome pasa y la razón llega a mí, cualquier excusa sirve para sacarme de encima al bagre que pesqué.

4 comentarios:

Lady dijo...

Es real que no nos sentimos bien, que estamos hinchadas y que eso genera cambios de humor. Pero la mayoría son mitos, son "excusas sociales" para explicar algo absolutamente natural.

Besos

Anónimo dijo...

A mi no me pasó nunca, jamás me senti mal, nunca senti que estaba por venir, es un dia mas, quizas mas incómodo, pero nada mas. Capaz por eso, siempre pensé que era un buena manera de echarle el fardo de las cosas que hacemos a una situación particular...como la excusa que nos viene al pelo!
tambien me da mucha bronca cuando escucho a los hombres decir que a alguna mujer le estará por venir por algo de su conducta. Los mataría en ese momento!

un beso

Anónimo dijo...

María Guadalupe, me reí mucho con tu comentario. Eso de usarlo como excusa: "Mirá, es que me está por venir en cualquier momento, por eso estoy así."

Besos para todas las Marías

lady baires

pd: los brillos y las luces del post anterior, quedaron en el arcón de los recuerdos lejanos.

Otras Marías dijo...

Chicas: más amor, menos histeria! Gracias por leernos. Besos a todas.

Ma. Guadalupe

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